Los caracoles son un ingrediente muy usado en la gastronomía regional en la que nací y crecí, aunque es un alimento que por razones culturales no es aceptado en muchos países.
En la región Mediterránea hay un gusto adquirido por los caracoles de tierra, no solo en Andalucía o en España, también son comunes en otros países como Francia e Italia, aún así es un ingrediente de los que o gusta mucho o no gusta nada.
En mi familia han sido siempre considerados un manjar, además de toda una experiencia que comienza con las primeras gotas de lluvia.
Siendo almeriense he crecido en una zona muy árida, donde las precipitaciones son muy escasas y los días de lluvias anuales se pueden contar con los dedos de las manos.
No obstante, ya he compartido muchas veces que en Almería tenemos una comida típica para comer durante los días de lluvia, las migas.
Aunque también una experiencia para toda la familia, una de las que más he disfrutado de pequeña, ir a buscar caracoles a algunos de los descampados de mi ciudad.
Recuerdo ir con mis padres, mi hermana y mi perro, todos juntos a coger caracoles, recuerdo ese olor a lluvia y a tomillo, recuerdo pasear bajo la lluvia llenando una bolsa de plástico con caracoles que íbamos cogiendo uno a uno como si fuese una auténtica búsqueda del tesoro y recuerdo llegar a casa calados hasta los huesos, pero con nuestro preciado botín.
Un botín que significaba que en una semana aproximadamente tendríamos una reunión familiar con los abuelos, tíos y primos, una reunión para disfrutar todos con un plato de salsa de caracoles que cocinaba mi madre y que era motivo de fiesta, una fiesta gastronómica.
En la actualidad no hay tantos descampados, mi ciudad ha crecido mucho, muchos más edificios, muchos más invernaderos que crean este mar de plásticos, pero también muchos menos descampados por los que andar buscando caracoles durante los escasos días de lluvia.
Además no solo era poco habitual tener un día de lluvia, tenía que ser lluvia fina, no un chaparrón y sobre todo no puede hacer viento, porque los días de viento no salen los caracoles.
Cada día esta experiencia es más complicada, se han reducido los descampados y también ha disminuido la cantidad de caracoles en los que aún quedan, por lo que es complicado encontrarlos.
Actualmente se pueden comprar en los supermercados, algunas veces congelados, aunque estos son de granjas.
Helicicultura es el nombre por el que se conoce a la actividad de cría de caracoles terrestres comestibles con fines comerciales.
En Estados Unidos también he podido encontrarlos, aunque de momento solo en un supermercado portugués.
🛒 Supermercado Portugués en Massachusetts
En esta entrada me voy a centrar en una de las recetas que más me gusta y que ya he mencionado, la de la salsa de caracoles.
Y la voy a compartir desde el inicio, con la experiencia completa, desde la recolecta de los caracoles, aunque si vas a comprar los del supermercado te puedes saltar los siguientes tres primeros pasos e ir directamente al apartado de la salsa de caracoles.